Muchas veces la gente se pregunta qué tiene de emocionante el fútbol o por qué mueve tantas masas. Pasa que este deporte va más allá de las cuestiones tácticas o estratégicas. Trata, también, de la suerte y de los goles. De los cambios que pueden haber en apenas un suspiro. Ejemplos existen de a miles. Pero hay un caso particular que envuelve a la Primera D y tiene nombre propio: Nicolás Parodi.
El delantero de Puerto Nuevo, quien cada fin de semana anima los partidos con sus goles, es el máximo artillero del torneo con diez tantos, los mismos que gritó Juan Ortiz López, de Liniers. Sin embargo, la noticia no sería tal si no fuera porque Parodi es el goleador del certamen siendo parte de un equipo que se encuentra último en la tabla. Es que Puerto Nuevo se ubica debajo de todo con 0,916 de promedio y se aferra a la ilusión de que su marinero solitario los ayude cada vez que pisa el área.
Cuando la caprichosa toca la red, cuando el grito de gol inunda las tribunas de Campana o de algún otro estadio, una sensación de alivio invade a cada uno de sus compañeros, quienes son partícipes de cada jugada de gol. Ellos, actores quizá secundarios de esta historia, son los que acompañan a Parodi para que pueda subirse al pedestal de los goleadores.