Argentina volvía a ser designada como sede de una Copa América y eso le sentaba bien, ya que cada vez que la Selección tuvo que jugar en su casa no le fue para nada mal. De los 14 títulos obtenidos, cinco fueron en nuestro país y ese año no quería ser la excepción. La Selección Nacional quería demostrar, una vez más, su potencia como local y revalidar el título. Sin embargo, sabía que el camino no iba a ser fácil. ¿Por qué? en frente tenía a un duro rival: Brasil.
La verdeamarela venía de ser campeona del mundo en Suecia con figuras rutilantes como un joven Pelé, Zagallo, Didí, Vavá y Nilton Santos, por citar algunos que aquellos futbolistas que levantaron la copa Jules Rimet. Es por esto que se mostraba como el equipo favorito por todos debido al gran Mundial que habían tenido. Pero Argentina contaba con el apoyo de su gente y el sueño de sumar una nueva estrella a su palmarés.
Con buen juego y goles, el conjunto albiceleste fue llegando a la tan ansiada final. Atrás quedaron las victorias más resonantes a Chile (6-1) y Uruguay (4-1), porque en el último partido esperaba Brasil. El estadio de River se vistió de fiesta para recibir el encuentro entre argentinos y brasileños, que se tornó infartante, porque un solo punto diferenciaba al Seleccionado Nacional del conjunto brasileño antes del duelo decisivo. Así lo demostró el resultado, que terminó 1-1. Un empate que sirvió para que Argentina se alzara con el bicampeonato, festejara en casa y enfrente del reciente campeón mundial.