La imagen del vestuario lo decía todo. El dolor por no poder conseguir el gran objetivo que este equipo se había propuesto, fue un golpe duro. Y lo fue más por cómo se dio el encuentro contra Uruguay, en donde Argentina tuvo varias ocasiones para sentenciar el duelo cuando tenía ventaja en el resultado. Pero lo sucedido es pasado para este plantel. Ahora, el foco está puesto en terminar este proceso en el podio y ponerle un moño a muchos meses de intensa preparación.
Para los jugadores, esta ha sido una experiencia única e irrepetible. Con sólo 15 años, defender la camiseta de la Selección Argentina fue una sensación que les cuesta describir. Y si a esto le sumamos la defensa de una idea de juego que los potenció con la Celeste y Blanca puesta, el mérito es doble. Todos han crecido en este tiempo. En su faceta personal y futbolística. Este equipo ha potenciado a sus integrantes, que llegarán a sus clubes con el plus de haber jugado un torneo internacional para el conjunto nacional.
Durante el campeonato jugado en Colombia, Argentina ha tenido grandes individualidades. Chicos que mostraron un potencial que asegura el futuro del fútbol argentino y su capacidad para seguir cosechando productos de nuestro suelo. Pero lo que sobresalió por encima de todo fue el concepto de equipo, dentro y fuera del césped de juego. En la cancha, el fútbol desplegado habla por sí mismo. En la concentración, el respeto por el otro y la unidad de grupo fue lo que llevó a la Selección de los más chicos para adelante. Valores que se marcaron a fuego, gracias al trabajo de los formadores que estuvieron a su lado, siempre y a toda hora.
Este domingo terminará una etapa gloriosa para estos jóvenes. Haber defendido los colores del lugar donde nacieron será algo que recordarán por siempre. Nunca se olvidarán el sentido de pertenencia que lograron, juntos, gracias a una idea que los potenció. Ecuador espera.