20/10/2016

La guía cultural de Mati Delgado

El cemento suele ser el jardín de los niños futbolistas. Sí, allí donde fabrican sus primeras gambetas y preparan sus piernas para las grandes ligas. Y el del Club Social y Deportivo Parque fue cuna de grandes soñadores, como Matías Delgado, que distribuía su tiempo como novato del juego en “tres equipos: Parque y, además, la Sociedad de Fomento Drysdale, de Carapachay, y Florentino Ameghino, de Villa Ballester”.


Aquella “divertida” época culminaría con el paso a la cancha grande. ¡Y qué grande! Sería nada más y nada menos que River la institución que recibiera al infante para que dé sus primeros pasos sobre el césped. Con tapones puestos, Matías comenzó a caminar en Núñez pero pasó rápidamente a Argentinos Juniors, “aprovechando el convenio que tenía en ese entonces mi club de barrio, Parque, con el Bicho”. De aquella categoría ’82 con camiseta roja, Delgado guarda gratos recuerdos: “Era un equipazo, y compartí el plantel con chicos que luego triunfaron, como Fabricio Coloccini, Carlos Marinelli, Nicolás Medina, Nicolás Gianni y Jonathan Fabbro, por nombrar a algunos”. Claro, todo esto, antesala al gran paso…


Platense y su Prenovena adoptaron por un año al flamante adolescente, última escala previa a su mudanza hacia Chacarita. En los campos de San Martín, entonces, floreció el fútbol de Delgado: “Fui avanzando desde la Novena hasta la Quinta División, y en el 2000 se dio finalmente el ansiado debut en Primera, con 18 años”. Un periplo de más de 50 partidos le dio vida a un nuevo profesional del deporte. Lógicamente, el despliegue del mediocampista no tardaría en sacarle el primer pasaje hacia el exterior. ¿Destino? Suiza.


Recibido por una “sociedad ordenada, con una evolución cultural casi perfecta”, Delgado recaló en las filas del Basel, equipo top de una ciudad chica y “apasionada por la pelota”. Allí, acompañado por unos 30 mil seguidores en cada partido disputado en su nueva casa, el argentino tuvo un primer período de tres años en el que cosechó dos Superligas suizas. En cuanto a la experiencia personal, Matías cuenta: “Llegar como futbolista fue muy lindo, porque me trataron muy bien, ya que de por sí la gente allá está bien predispuesta. Y aprendí mucho sobre los idiomas. Hablan varias lenguas según la zona, por ejemplo el alemán en donde yo residía, pero la segunda lengua es la francesa, luego inglés e italiano”.


¿Cómo continuó el tour? Atravesando el terreno de la ex Yugoslavia para llegar a Turquía. Precisamente a Estambul, una de las ciudades más pobladas e importantes del país euroasiático. “Me encontré con un público extremadamente fervoroso, que llega casi a la locura. Viven el fútbol de una manera particular, como en Argentina”, anuncia Delgado, y agrega: “Además, el hecho de desempeñarme en el Besiktas me hizo vivir algo único, porque es como jugar en un grande argentino. Lo valoré, lo disfruté y, sin dudas, superó las expectativas”. En cuanto al palmarés, se agrandó: una Superliga turca, dos Copas y una Supercopa de Turquía nutrieron la vitrina del mediocampista criollo. En lo social, el joven se llevó amables vivencias: “Gente muy solidaria y sin desconfianza. Muy creyentes, también, y sobre todo musulmanes. Las clases sociales, por su parte, están muy marcadas. El turco de clase media o baja es muy agradable, sin prejuicios. Y existe una clase alta con mucho poder, con viviendas lujosas que se ubican, principalmente, en la zona lindera al Bósforo (estrecho que separa la zona europea de Estambul de la asiática)”.


Pero el tiempo de recorrer el centro económico otomano se fue como los cuatro años que transcurrieron entre 2006 y 2010. Entonces, a sobrevolar los dos puentes que unen ambos continentes en la propia Estambul y a dirigirse, siempre escoltado por la número 5, hacia el sur de Asia. Al Jazira Sporting Club, en Emiratos Árabes, le abrió sus puertas al ya adulto Delgado. Y la vecindad “repleta de latinos” en la que se instaló su familia también fue partícipe de la cálida bienvenida: “Forjamos una gran amistad con los habitantes del barrio, y fueron los tres mejores años para mi círculo íntimo, porque estábamos en un paraíso, rodeados de buena gente y mis hijos ya eran más grandes”. Comodidades por doquier, la estadía se hizo amena, y vino con más títulos: Primera División, y dos Copas Presidente de EAU. “El clima fue más ameno aún”, aclara el protagonista de este paseo, es que “durante nueve meses del año hay una temperatura cálida y perfecta”. ¿Abu Dabi? “Alusinante, nunca vi tanta modernidad en un mismo lugar. Con calles impecables, limpieza en bares, hoteles, playas. Las construcciones, imponentes, como en Dubai, otra ciudad que solíamos visitar, ya que hay 40 minutos en auto de un lugar al otro”. ¿El emiratí? “Solidario, pulcro y razonable”. Un lugar para visitar, ¿no? “Como Basilea”, entusiasma Delgado, que volvió en 2013 a Suiza para ganar dos Superligas más.


Ahora bien, cómo sigue el diario de viaje lo decidirás vos, Matías. Aún sobra tinta para escribir un nuevo capítulo de La Patria Grande…