Desde chiquito le enseñaron a llevar la pelota pegadita al pie. Cuando fue a la escuelita del Barcelona, que trabajaba en La Candela. Y cuando pasó por las Inferiores de River y de Lanús, clubes donde forjó su identidad futbolística como enganche. Zurdo y de buena técnica, Juan Ignacio Martínez, nacido en Tucumán, viajó "a Barcelona con mi familia porque mi papá tenía una oferta laboral". Quizá por obra del azar, quizá del destino, llevó consigo su juego y superó con éxito las pruebas del Espanyol: "Llegué a España y las ganas pudieron más, me fui a probar al Espanyol y después de un mes de exigentes prácticas el entrenador me pidió que me quedara".
Miembro del equipo Juvenil A, destaca el "entrenamiento táctico y de posesión de balón que inculcan" en el club español. Ese aspecto, sin dudas, fue uno de los primordiales para que el cuerpo técnico de la Selección Sub 20 de Argentina posara sus ojos sobre el jugador, para que distribuyera la número 5 tal como lo hace en Europa. Ahora, este nuevo desafío, "el más lindo de todos", inunda de emoción al Panadero Martínez -apodo que recibe porque ayuda en el negocio familiar, cuando está en Tucumán-: "Ponerte la ropa de trabajo de la Selección es algo hermoso, una responsabilidad única. Sin dudas, mi sueño cumplido".
¿Y sus sensaciones al compartir cancha con compatriotas de calidad? "Hay mucho ritmo y buen pie. Además, se hace fácil jugar en el césped impecable del predio de Ezeiza". ¿Sobre la identidad argentina? "Se me hace fácil, porque se prioriza la tenencia y buscar la salida clara, algo que praticamos mucho, también, en el Espanyol". ¿Un gol o una asistencia? "Son dos cosas que ayudan y muy lindas" ¿Pero? "Un gol".
La cuida. Se hace amigo. Lo vamos conociendo. Es Juan Ignacio Martínez, enganche con genética criolla y de exportación.