De trabajador de fábrica a jugador con aroma inglés. ¿No está claro el vínculo? Sí, la pelota debe estar de por medio en una historia así. Pero, ¿qué pasa si les decimos que este pequeño laburante marplatense de la industria del ladrillo no tenía idea de lo que le depararía el futuro? ¿Y si ahondamos en que su sueño ligado al fútbol parecía alejarse con sus pruebas infructuosas en Buenos Aires? Sin embargo, dicen que nada es imposible; si no pregúntenle a Sergio Torres...
La epopeya inició en Quilmes de Mar del Plata, cuando el niño Torres (argentino de ley) empezó a mostrarse en el césped con tan sólo seis años. Y ya en esa época afloraba un estilo potente de garra y sacrificio. Una impronta de potrero y de lucha. Su puesto, claro, volante central. Así y todo, durante su infancia y adolescencia, el juego predilecto de los criollos no era más que un sueño para él. Sueño que no se vio frustrado ni por algún tropezón en sus pruebas en Vélez y Chacarita, para las cuales tuvo que armar valijas y viajar a la capital del país. Sueño que tomó fuerza y valor cuando, a los 21 años, abandonó al Cervecero de La Feliz para pasar a Deportivo Madryn, donde estuvo durante dos cortos meses. Porque allí llegó un momento de clímax en su carrera, de la mano de Alejandro Giuntini, ex jugador de Boca.
¿Cuál fue la oferta? Armar un video que muestre sus características y enviarlo, nada más y nada menos, a Inglaterra. Es que Giuntini lo predijo: "Vos tenés condiciones". En tanto, Sergio -hasta él mismo- estaba sorprendido: "Primero, que sabía poco y nada de inglés, decir 'hello, my name is Sergio' y no mucho más que eso. Segundo, que ya con 22 años era impensado llegar al fútbol británico". Pero las ganas pudieron más, y el contacto fue satisfactorio. De hecho, Torres se subió a su primer avión y se instaló en el Sur de Londres.
Ya parecía que el camino se enderezaba, que la suerte le sonreía. Pero -siempre los hay- "empezó a complicarse mi convivencia con los cinco cameruneses con los que vivía, porque no nos entendíamos y tenían costumbres muy diferentes; a eso se le sumó que el entrenador del Brighton, donde estaba a prueba, dijo que me faltaba físico para jugar en ese fútbol". Nuevo dilema en esta novela de idas y vueltas. Nuevo esfuerzo para mejorar una situación mala para Sergio, aunque buena para su madre "que me quería de vuelta en Argentina".
Pero -otra vez- el joven levantó cabeza. Trabajó arduamente en su velocidad y se mudó con un compañero que ya conocía de su estadía en Quilmes de Mar del Plata. Ambos compartían objetivos: "Con Cristian estábamos transitando un momento similar, por lo que decidimos juntos probar en un equipo de Octava División... y quedamos". Y en ese momento, sí, empezó a ligar su estilo de juego con su estilo de vida. ¿Cuál? El del sacrificio: oficio por la mañana y entrenamiento por la noche. Año y medio llevando esa cansadora rutina hasta que un amistoso contra el Wycombe Wanderers, de Cuarta, volvió a darle un cambio de aire: "El DT rival quiso que firme con ellos porque le gustó mi nivel". Y así fue, con 24 años, Sergio Torres imprimía su nombre en el primer contrato profesional de su trayectoria inglesa.
Con su impronta de potrero cautivó a la afición local, que "para el segundo partido se habían comprado pelucas imitando mi cabellera; usaba vincha en ese momento, ja". Cual jefecito de la media cancha, Torres afirmó su fiereza durante tres años en el Wanderers, hasta que el Peterborough United, donde Darren Ferguson -hijo del eterno Sir Alex- era, y es, manager. Capítulo a estrenar para esta aventura que, al Este de Inglaterra, daría pasos agigantados...
En primer lugar, el Peterborough ascendió a la Championship -segunda división- y en la categoría súper profesional Sergio disputaría unos 15 partidos. Salto a la fama que lo llevó a vivir un encuentro con un ídolo: Carlos Tevez. "En un amistoso de pretemporada me tocó enfrentar a Carlitos, jugador al que siempre admiré, sobre todo, por ser fanático de Boca. Fue increíble, pero el fútbol quedó como anécdota, lo más importante fue poder hablar con alguien tan macanudo", confiesa el volante.
Y el epílogo de esta historia a pura pasión impacta con otra postal para el recuerdo; quizá "la más emocionante" en la vida del marplatense. Vamos desde el principio: una mala racha del Peterborough lo llevó al descenso, por lo que Torres volvió a hacer maletas y fue transferido al Crawley Town, donde pasó de Quinta a Tercera División en dos temporadas.
¿Qué ocurrió después? Treparon hasta los octavos de final de la renombrada FA Cup, instancia que los topó con el poderoso Manchester United. ¿Dónde jugaron? "Nunca más vas a volver a ver a tu hijo jugar acá, papá... en el Old Trafford", le dijo Sergio a su progenitor para invitar a toda la familia a la ciudad de los sueños. Al "Teatro de los sueños", apodo que le dio la figura de Bobby Charlton al estadio de los Red Devils. Nombre que resuena en el mundo. Como la foto de Rooney peleando el balón con Sergio Torres: tapa del proyecto que unió al protagonista con Juan Manuel López, periodista del diario Clarín "que tenía el sueño (valga la redundancia) de escribir un libro". Se trata de una hazaña hecha realidad de la mano del sudor y el anhelo de llegar a la cima. De arrancar con un bolisto y 300 dólares para terminar viviendo, como su libro retrata, con la pelota en los pies. De luchar para seguir creciendo, hoy con 34 años y en el Whitehawk FC, al Sur de Londres, su casa. Porque si de sueños se habla...