Habilidoso y caudillo. Willington fue un número diez con una gran pegada, donde podía combinar potencia y dirección. "Comencé a jugar al fútbol de punta, era goleador, pero con el paso del tiempo me fui tirando para atrás, hasta terminar siendo un diez que manejaba los hilos del equipo", le cuenta el 'Cordobés' al Sitio Oficial de la AFA, rememorando sus inicios en el deporte. "¿A qué jugador de la actualidad me parezco? La gente siempre me dijo que tenía cosas de Riquelme y de Zidane, un estilo parecido al de ellos", explica.
A pesar de ser conocido como el 'Cordobés', Willington nació en Guadalupe, Santa Fe, el 1º de septiembre de 1942, pero a los cuatro años llegó a Córdoba, donde empezó a jugar en Talleres. Allí inició su carrera futbolística y con el paso del tiempo se convirtió en ídolo de la afición. Tanto es el reconocimiento, que en 2011 se bautizó con su nombre la popular norte del estadio Mario Alberto Kempes. "Fue muy lindo porque yo soy santafecino pero cordobés por adopción, y un reconocimiento así para mi fue un halago muy grande, mi nombre va a perdurar aunque yo ya no esté", cuenta Daniel.
En 1962 fue transferido a Vélez, donde también se ganó el cariño de la hinchada, quienes lo adoptaron como ídolo. "Tengo un poquito de mi corazón en Talleres y otro en Vélez, cuenta el 'Cordobés'. En el club de Liniers consiguió el primer título de su historia, al obtener el Nacional de 1968. Al año siguiente, el Santos de Pelé viajó a la Argentina para inaugurar el nuevo sistema de iluminación del club. "Willington es el mejor jugador del mundo”, declaró nada más ni nada menos que Pelé tras una gran actuación del argentino, donde convirtió un tanto y erró un penal. "Después de ese partido, Pelé me quiso llevar al Santos para que juegue con él, pero Vélez no me quiso vender", recuerda el número diez.
Junto a Ángel Amadeo Labruna, quien fue su director técnico en Talleres.
Durante estos años formó parte de la Selección Argentina en algunas ocasiones. En total, disputó 11 encuentros entre 1962 y 1970, donde sólo convirtió un tanto.
En 1971 emigró al Veracruz de México, y más tarde jugó en Huracán, motivado por su amigo Ringo Bonavena. Después volvió a Córdoba, pero para jugar en Instituto, donde compartió equipo con Osvaldo Ardiles y Marios Kempes, campeones del mundo con Argentina en 1978. Sus últimos dos clubes fueron donde más se identificó: Talleres desde 1974 hasta 1976 y su retiro en Vélez, en 1978.