Tras 29 jornadas, Boca llegó puntero a la última fecha del certamen, con un punto de ventaja sobre River, el bicampeón del fútbol argentino por aquel entonces. El encuentro decisivo, ante Ferro, quedó en la historia por su desenlace. Tras un primer tiempo parejo, en Caballito el encuentro seguía igualado en cero, mientras que el conjunto de Núñez derrotaba a Estudiantes de La Plata, por lo que, hasta el momento, estaba forzando un partido desempate. Pero de tanto atacar en busca del ansiado gol, Boca finalmente tuvo su recompensa: a falta de diez minutos, apareció Severino Varela, aquel recordado uruguayo que jugaba con una boina blanca, para convertir y desatar la euforia de los hinchas en el estadio. Más tarde, fue el mismo delantero quien liquidó el encuentro.
Con el 2-0 final, Boca alcanzó las 45 unidades y se consagró campeón de nuestro fútbol. Con un equipo aguerrido, con Ernesto Lazzatti, Natalio Pescia, Carlos Sosa, Mario Boyé y Severino Varela como principales figuras, el club de la Ribera dio una nueva vuelta olímpica en su historia.