A diferencia de otras epopeyas albicelestes, la de Emiliano López no comenzó en el cemento del baby fútbol, sino que dio sus primeros pasos en el sintético. Sí, el del Círculo Marchigiano de Olmos, en La Plata. Y su talento se alineó a la defensa rival y explotó, poco a poco, un potente alarido de goles. ¿Cómo era su despliegue? Acotado, porque se trataba de cancha de 7, una disciplina que en la actualidad va ganando terreno. Disciplina, claro, porque es muy distinto al juego de cancha de 11, que le llegó, por lógica, pero a los 14 años. ¿Su destino? Gimnasia y Esgrima La Plata.
Toda una adolescencia junto al Lobo, que tuvo a López desplegando su fútbol en inferiores y hasta su llegada a Reserva. El salto a la elite, en tanto, lo dio en El Porvenir, conjunto del Ascenso argentino. Fueron seis meses que terminaron con una nueva transferencia: "Esta vez fui a Deportivo Roca de Río Negro, que jugaba el Argentino B".
En el Sur del país comenzó su recorrido fuerte por los arcos. El gol era alimento para el Colo, su segundo nombre. Y tuvo tres temporadas a pleno grito que lo depositaron en Alumni de Villa María, de Córdoba, "donde jugué seis meses y pasé, tras media campaña, a Sarmiento de La Banda, equipo santiagueño". Cosecha de buen pie en el Interior nacional, encontró su epílogo en Libertad de Sunchales, que tuvo un año más a Emiliano en tierra criolla. Luego, el absoluto cambio de aire...
"Cumplí una temporada en Libertad y mi representante me contactó con un equipo de Guatemala. Una aventura total", confirma el delantero. Y el Deportivo Suchitepéquez encontró un baluarte incondicional para golear en el torneo. Es que el Colo marcó 26 tantos y terminó como máximo artillero de la Liga Nacional, mérito que le valió para pasar a Comunicaciones, el club más grande del país de la eterna primavera.
"A mis 27 años, no pensé que iba a estar tan bien instalado aquí en Guatemala. El clima es hermoso, y lo mejor de todo es que lo digo por su gente", afirma López. Y acota: "Me tratan muy bien, tanto en mi club como los rivales". Crónica, pues, de un atacante con tinte centroamericano. Cartero, si se asocia el equipo en el que juega con el club argentino homónimo. Hombre de acá y de allá. Fútbol con acento caribeño pero que, en la cancha, marca la impronta argentina.