30/10/2015

El sacrificio detrás de los sueños

 Un nuevo sueño comenzó en el Complejo Julio Grondona. Un sueño protagonizado por jugadores que militan en la Primera B. Aquellos que cada fin de semana empujan desde el Ascenso y que hoy tienen la posibilidad de cumplir un nuevo objetivo en sus carreras: vestir los colores nacionales, oportunidad que brinda la flamante Selección Sub 23.

 

Sin embargo, detrás de los logros asoma el sacrificio, la lucha de estos jóvenes talentosos que anhelan ponerse la camiseta de la selección del Ascenso para en un futuro, quién dice, hacerse habitués de Ezeiza y sumarse a la Selección Mayor. Alan Sosa y Juan Pablo Ruiz Gómez son los primeros en abrirnos las puertas de su mundo interior. Y de sus esfuerzos.

 

 “Ayudo a mi familia, que es lo más importante. Trabajé como pintor, ayudante de albañil, entre otras cosas, para darles una mano. La verdad es que cada vez que surge algo lo agarro para aportar a la casa cuando hace falta”, cuenta Alan Sosa, mediocampista del conjunto de Adrogué, oriundo de Ezeiza. Igual es la historia de Juan Pablo Ruiz Gómez, nacido en Lomas de Zamora y delantero del conjunto dirigido por Pablo Vico, quien también reparte sus días entre la pelota y las responsabilidades: “Yo también suelo hacer trabajos fuera de las prácticas para poder ayudar a mi familia”.

 

 La compensación a todo este sacrificio es la emoción de poder ser parte de esta nueva selección Sub 23, que se prepara para viajar a India para disputar un torneo en enero del 2016: “Es algo muy lindo, que quizá todavía no me detengo a pensar. Pero es lo primordial, lo que uno siempre sueña”, dice Juan Pablo, sin poder ocultar la alegría en sus ojos. “Las sensaciones son muy buenas, siempre voy a dar lo mejor para estar. Es algo hermoso estar en este lugar”, agrega Alan.

 

 “El ser parte de esta selección es una alegría enorme, por el lugar en donde se entrena, la ropa con la que se practica y las personas que están ahí adentro. Jugadores de todas las edades, técnicos, profes; todos representando a Argentina”, son las palabras de Ariel Bogarin, arquero de Brown, quien comparte la misma felicidad que sus compañeros, aunque su realidad diaria es diferente. El oriundo de Adrogué dedica su tiempo libre a entrenarse para poder dar lo mejor de sí en el club que lo vio nacer: “Después de entrenarme vuelvo a mi casa y voy al gimnasio. Trato de ir las veces que más pueda para poder seguir perfeccionándome como deportista”.

 

 Tres vidas diferentes unidas por la misma camiseta, que disputa la gloria en Primera B. Y hoy también sueñan con triunfar con la celeste y blanca.