Sueños que nacen en el barrio. Ésos que se desprenden de los niños que juegan en las calles y llegan con la pelota a la puerta de la casa de muchos. A la de un club. Como el caso de Puerto Nuevo, institución instalada en el barrio de Campana, en la Provincia de Buenos Aires. Allí, sus vecinos alimentan la ilusión de jugadores, cuerpo técnico y, por qué no, también de la dirigencia. Y tienen injerencia en ella, como la familia Ibarra, que con su pequeña PyME ayuda desde hace 23 años a la gente de la zona. Pero, ¿cómo es que llegaron a caminar de la mano de Puerto Nuevo?
"Vivimos a cinco cuadras de la cancha y la pasión se contagia. Es nuestro club", explica Norma, esposa de Juan Carlos Ortiz, presidente de la entidad que llegó cuando sólo había 15 socios, en 2012, y se fue con muchos más, dos años más tarde. Pero el tiempo, en realidad, llevó al matrimonio a colaborar con el equipo auriazul durante toda su vida, apoyando desde afuera y desde adentro, claro. Hasta que le llegó el momento a ella, cuando se sintió con confianza para llevar las riendas de la entidad: "Ayudó mucho nuestra empresa, ya que nos hicimos conocidos en el barrio por su publicidad y nuestra acción. Hace un año y tres meses que fui elegida presidente y se hicieron muchas cosas, pero quedan muchas por hacer", confía.
Sin dudas, el club creció. Desde que se formó la comisión, "cuando había pocas actividades", pasando por el debut del fútbol femenino en la historia del Portuario y, cómo no, lleganado a "la formación de divisiones juveniles e infantiles". Así fue el acompañamiento en la gestión, que derivó en la cara de Norma Ibarra como madrina de la institución.
Madrina, sí, porque su mandato fundamenta sus bases "en el amor por la segunda casa de todos los vecinos y de los nenes que desean tener un lugar en el cual compartir sus ilusiones". Punto de absoluto énfasis en su filosofía, ya que la dirigente aspira a mejorar la función social de Puerto Nuevo. Ésa que forjó, forja y forjará la identidad del fútbol argentino. "Sueño con tener un club que tenga todos los deportes, y con los elementos que requiere cada uno", afirma Norma, y agrega con mayor entusiasmo: "Llegar y tener a aquel chico que hoy está en cada esquina sin saber qué hacer. Tenemos que hacer algo".
Para terminar el recorrido por su vínculo con el balón y la acción social, Ibarra recuerda la implementación del hockey para nenas de 8 a 12 años como otro hito en el progreso de Puerto Nuevo. Y, lógico, no deja de agradecer el "apoyo constante que tuve desde que llegué". Insiste, parada en la actualidad, con que "hay que seguir en la Primera D, debido a la meta propuesta a principio de año". Porque el elenco de Campana no la está pasando bien en la tabla de la categoría: sus 26 puntos lo mantienen con vida, pero cerca de la zona roja de uno de los torneos más duros del país. La otra cara de la moneda, en cambio, muestra un avance en la pasión por el barrio.
Y como el de Norma Ibarra, hubo otros casos que hornan la bandera femenina en el fútbol argentino. Por ejemplo, el de Gladys Ruifernández, quien condujo a San Martín de Burzaco durante dos períodos. O el de Valeria Cisneros, vivencia nacida en una humilde ferretería y concluida en la administración de Central Ballester. También escribió su página Edith Pecorelli, pionera en el rubro, ya que fue la primera mujer que presidió un club, Temperley, en 1996.
En el mundo, pues, también existen postales que encumbran las figuras de María Teresa Rivero (Rayo Vallecano), María Luisa Gil (Mérida), Patricia Amorim (Flamengo) o Gladys González (Rangers de Chile), entre otras. Historias envueltas en pasión y trabajo. Historias que hoy resaltan la imagen de Norma Ibarra, que está dando sus primeros pasos de la mano de Puerto Nuevo. Historias que, en definitiva, seducen con su toque femenino.