02/09/2015

La manzana de las luces

 

El camino parecía allanado, pero las mieles de un éxito prematuro lo desviaron del camino: asomó  en la Selección Argentina Sub15, jugó el Mundial Sub17 de Nigeria (en 2009) y se preparaba para dar el salto a la Primera División de Estudiantes de La Plata, cuando decidió dar un portazo “porque había cosas en el club que molestaban” y su progresión comenzó a estancarse.

 

El CV de Matías Sosa exhibe una foja de servicios que no se corresponde con sus 23 años: representado por el hijo de César Luis Menotti, este mediocampista ofensivo de 1,86 metro pasó por el Real Sporting de Gijón "B" (España), Boston River de Uruguay, se probó en Hungría e incluso se consagró campeón con el Nacional que dirigía Marcelo Gallardo, a quien convenció luego de someterse a un examen en el que se destacó por su buena técnica y una excelente visión de juego para asistir a los delanteros.

 

Luego de una breve estadía en Colón de Santa Fe, en 2015 llegó a Cipolletti casi por casualidad, recomendado por un dirigente con el que compartía equipo en un torneo comercial. “Estuve ocho meses sin jugar, no me salía nada y me entrenaba solo, jugaba con amigos hasta que Tommy Mckenzie me dio la posibilidad de venir al club”, recuerda hoy a la distancia, en diálogo telefónico con Afa.com.ar.

 

Admite que de entrada le costó mucho: “El Federal A es muy duro, hay mucho roce y yo estaba muy mal físicamente”. Tuvo que bajar de peso y fortalecer su  masa muscular mediante un trabajo intensivo que hoy da frutos: en la tierra de las manzanas, el juego de Matías es la luz del fútbol de Cipolletti.

 

Aunque compartió equipo con jugadores como Álvaro Recoba, Ezequiel Cirigliano, Sergio Araujo y Leandro González Pírez, el volante toma su estadía en el Albinegro como “un paso adelante”. Y lo fundamenta: “Pasé de no jugar, a tener la posibilidad de ponerme bien con gente que me ayuda; por ahí en un club de Primera no tendría chances y estaría fastidioso”.

 

Pese a los contratiempos, Sosa jura que nunca pensó en abandonar: “Sé que esto es lo mío y estoy convencido de que voy a volver a jugar en Primera División. Igual, primero tengo que hacer las cosas bien en Cipo, donde me tratan bárbaro y me hacen sentir muy bien”.

 

Argumentos futbolísticos tiene y asegura que ahora los potencia con más cuidado personal: “Por ahí en un momento me confundí, pero hoy estoy tranquilo y confiado en mis condiciones”. Tanta fe lo impulsa, al recordar su relación profesional con Gallardo, a expresar un deseo en voz alta: “El Muñeco ya mostraba que era un gran DT porque te daba confianza, te hacía entrenar mucho con pelota y siempre variaba los trabajos. Ojalá algún día me vuelva a dirigir”.