1-0
José Luis Brown
PT 23'
Fue un tiro libre desde el costado derecho de nuestro ataque, una jugada que teníamos muy trabajada. Burruchaga era el encargado de tirar el centro con rosca hacia afuera y dentro del área nos posicionábamos Batista, Ruggeri, Valdano y yo, que éramos los más altos. Cuando Burru sacó el centro, di el paso hacia adelante para elevarme y ahí vi que Schumacher no iba a alcanzar a descolgar el envío. Lo tenía a Diego adelante, así que me apoyé en él y cabeceé. Cuando le doy el frentazo ya no miro más la pelota y salgo a festejar el gol. Fue la sensación más fuerte de mi carrera. No hay ni habrá día de mi vida que no piense en ese gol.
2-0
Jorge Valdano
ST 11'
Luego de un tiro libre a favor de Alemania, Pumpido salió jugando en corto conmigo y ahí empezó la mejor aventura de mi carrera y duraría, exactamente, 17 segundos. Mi arrancada sorprendió a Briegel, que me abandonó. Logré irme de un primer alemán, pero el segundo me barrió con tanta mala suerte para él que la pelota llegó a los pies de Maradona. Allí realicé una diagonal bien marcada, mientras Diego se la daba a Enrique. Y el pase del Negro fue en el momento preciso para no dejarme caer en offside. Recibí esa pelota con el pie izquierdo a unos 35 metros del arco y con un toque la orienté en la dirección y con la velocidad justas. Sólo tuve que acompañarla y aprovechar el tiempo para pensar en el tiro final, con el interior del pie derecho, no muy fuerte, muy pegado al poste.
3-2
Jorge Burruchaga
ST 38'
Cuando vi que la pelota se dirigía hacia Maradona, interpreté que los alemanes iban a jugar al fuera de juego. Por eso le grité a Diego, que estaba medio de espaldas y él me la tiró ahí adelante y empecé a correr. Me marcaba Briegel, aunque nunca lo vi ni sentí que estuviera tan cerca. Mi concentración estaba solamente puesta en la distancia que había con el arco. Fue una carrera de casi 40 metros, la más larga, la más feliz y la más difícil de mi vida, la que culminó con un toque de derecha. Cuando fui a festejar me arrodillé, extenuado, y al primero que vi llegar fue a Batista: por esa barba que tenía, siempre digo que fue como ver a Jesús, que nos decía que teníamos que ser campeones del mundo.