Voz autorizada si las hay, Carlos Espósito fue el árbitro representante argentino de la Copa Mundial de 1986, año en el que nuestra Selección conquistó por segunda y última vez el trofeo más deseado. No sólo eso: infinidades de silbatazos y catorce años cómo juez internacional lo avalan para darnos sus vivencias y visiones sobre el arbitraje.
-¿Qué sensaciones tuvo al dirigir un Mundial?
-Es una meta que todos los árbitros tenemos. Yo la pude alcanzar y es un logro que me causó una inmensa felicidad. Sin dudas disfruté de tamaña experiencia.
-¿Siempre siguió ligado al arbitraje?
-No bien me retiré estuve alejado de todo. Pero con el paso del tiempo volví a involucrarme, fui uno de los tantos que ayudó a la fundación de la AAA (Asociación Argentina de Árbitros) y del complejo que hoy en día posee.
-En la actualidad, ¿cuál es su relación con el arbitraje?
-Hoy en día soy Instructor de Árbitros en mi propia fundación, la AIAFA (Asociación de Instructores de Árbitros del Fútbol Argentino). Mi idea es darle al arbitraje lo que él me dio a mí, por eso también voy a donar a la Asociación la medalla dorada que me dieron por los cien años de la IFAB (International Football Association Board). Ya soy una persona mayor y quiero desprenderme de lo material y donarlo a lugares donde sé que van a estar bien cuidados.
-¿Cuál es el principal cambio que nota en el arbitraje moderno?
-Con el paso del tiempo fue cambiando bastante, en la actualidad se premia mucho más la juventud que la calidad arbitral, algo muy diferente a lo que sucedía en mi época.