Un partido adverso, muy cuesta arriba. Una jugada, una apilada. Diego Armando Maradona y Claudio Paul Caniggia. Un grito que aún retumba en Italia, Argentina y en todo el mundo.
La participación de Argentina en Italia 1990 no arrancó de la mejor manera. Actual defensor del título, tras coronarse en México cuatro años antes, comenzó su camino con una sorpresiva e inesperada derrota ante Camerún, por 1-0. Se recuperó con una victoria por 2-0 ante la Unión Soviética (Pedro Troglio y Jorge Burruchaga) e igualó en la última fecha 1-1 ante Rumania (Pedro Monzón). Con tres puntos (en aquel entonces se daba dos unidades por triunfo), se clasificó como el mejor tercero, motivo por el cual accedió a los octavos de final.
Allí estaba esperando Brasil, que había finalizo el grupo C con puntaje ideal. El Estadio de los Alpes, en Turín, fue el escenario de uno de los partidos más recordados de Argentina en un Mundial. Aquella jornada, un 24 de junio de 1990, el equipo dirigido por Carlos Bilardo sufrió durante la mayor parte del encuentro. Sin poder encontrar la pelota, solo se sostuvo por las atajas de Sergio Goycochea y los palos que jugaron a su favor. Hasta que todo cambió. A los 36 minutos del segundo tiempo, el genio frotó la lámpara. Diego Armando Maradona apareció, agarró la pelota unos pocos metros detrás de la mitad de cancha y comenzó una histórica apilada. Luego de dejar en el camino a tres brasileros, habilitó –cayéndose y de derecha- a Caniggia, quien tras eludir al arquero Claudio Taffarel, definió para el histórico tanto que le dio a la Argentina la clasificación a los cuartos de final.
Formación Argentina: Sergio Goycochea; Pedro Monzón, Juan Simón y Oscar Ruggeri; José Basualdo, Pedro Troglio (Gabriel Calderón), Ricardo Giusti, Jorge Burruchaga y Julio Olarticoechea; Diego Maradona y Claudio Caniggia.
Formación Brasil: Claudio Taffarel; Ricardo Rocha, Mauro Galvao y Ricardo Gomes; Jorginho, Dunga, Alemao, Valdo y Branco; Müller y Careca.