17/07/2015

Una visita Olímpica

Los Juegos Panamericanos buscan, además de la competencia habitual que generan los partidos, la unión entre las naciones, deportes y diferentes atletas de todo el mundo como así también ese espíritu de amateurismo característico de toda competencia Olímpica. Y donde más se viven esos principios son, justamente, en la Villa Olímpica. Allí, Brasil, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Uruguay, Argentina, entre otros países comparten, a través de sus atletas, diferentes actividades lúdicas y recreativas invitando a conocerse y generar amistades que pueden llegar a durar para toda la vida y las jugadoras de la Selección no quisieron ser la exepción. Por eso, entre el mediodía y la tarde de este jueves, el plantel se subió a un micro y partió rumbo a Toronto para conocer la emocionante Villa Olímpica.

 

El viaje comenzó con buena música, mates, algo infaltable en el conjunto albiceleste, y muchas risas entre las jugadoras quienes quisieron darse un descanso antes de la final ante Colombia. Una vez arribadas, el equipo se sacó la habitual foto grupal en la entrada del complejo donde se alojan todos los atletas que participan de los Panamericanos. Tras la fotografía, llegó la hora del almuerzo. Sentadas en una mesa las chicas no dejaron de retratar cada momento dentro del comedor Olímpico. Al finalizar, el Seleccionado se dividió para recorrer los diferentes lugares que presentaba la Villa: la sala de juegos, la fuente de aguas danzantes, las sillas gigantes, las plazas y tiendas de recuerdos fueron transitadas por cada una de las integrantes del conjunto del Vasco Olarticoechea.

 

Las selfies y cámaras de fotos fueron las protagonistas en las primeras horas de la tarde. Sin embargo, y cuando estaban a punto de partir, las jugadoras divisaron a Federico Molinari y no dudaron en pedirle una foto para el recuerdo. El rosarino, con una gran amabilidad y sonrisa, accedió a sacarse la foto con cada una de las chicas no sin antes preguntarles cómo les estaba yendo en la competencia.

 

Pero la salida albiceleste no terminó ahí. Luego de recorrer la Villa, la Selección tuvo otro regalo más: el tan ansiado shopping. Allí las jugadoras sacaron su lado más femenino recorriendo cada tienda de los cuatro pisos que ofrecía el Eaton Mall. Varias bolsas colgaron de los brazos de las chicas que no quisieron irse sin llevarle un recuerdo a sus padres, amigos, sobrinos y parejas que, a la distancia, las apoyan y siguen en este arduo camino que presentó los Juegos Panamericanos.

 

Cuando el sol comenzó a caer, el Seleccionado volvió a subrirse al micro y partió nuevamente hacia Hamilton, donde las espera la última batalla antes de la Semifinal.