El conjunto juvenil, conducido por Pablo Aimar, volvió a reunirse en el Predio de Ezeiza desde la tarde de lunes, en un microciclo compuesto, como es frecuente, por tres jornadas de actividad. El objetivo es claro: continuar aceitando la identidad nacional y preparar los torneos internacionales previstos para este año.
Por ende, este miércoles se desarrolló la última sesión de la semana, la cual contó con una intensidad remarcable a pesar de los embates del tiempo. Bajo una lluvia intensa, pues, el equipo nacional transpiró adrenalina y comenzó la práctica con un circuito de pases con variantes para pulir la ejecución de movimientos preestablecidos. Acto seguido, labores de definición conducidas por los técnicos y bajo la atenta mirada, también, del entrenador de arqueros, quien comandó las indicaciones a sus dirigidos; en tanto, el preparador físico, Enrique Cesana, trabajó por separado con otra parte del plantel. El último bloque fue dividido en dos, aunque bajo el mismo marco de acción: en espacios reducidos, en primer lugar los futbolistas se abocaron a un espacio de fútbol con consignas y enfoque en las progresiones precisas y definición; para cerrar, máxima intensidad con el objetivo de generar competencia deportiva a la vez que aceitar conceptos tácticos.
A continuación se detallan los convocados
Entrenamientos anteriores
Lunes
Entonces, la primera sesión comenzó con un bloque de ejercicios técnicos con definición, para darle paso luego a un circuito de pases con consignas para fomentar una transición rápida. Más tarde, rondos con variantes, con el foco en la fluidez de los movimientos y juego colectivo. Y para cerrar, espacio de fútbol reducido, primero con las dimensiones acotadas en sus esquinas, buscando generar dinámica sin pausa y progresiones efectivas; en el epílogo de la práctica, circuito libre dividido en tres equipos.
Martes
Así pues, la segunda sesión de la semana inició con labores recreativas de atención y reacción, seguidas por un ejercicio dispuesto para generar superioridades ofensivas con el afán de optimizar la creación de líneas de pase y ejecución en el momento preciso. Al cabo de esas tareas, divididos en tres equipos de cuatro y por bloques, los jugadores se abocaron a pulir el funcionamiento colectivo en dimensiones acotadas y fomentar, al mismo tiempo, la capacidad de intercepción defensiva. Para cerrar, espacio final conformado por un circuito de pases con consignas y apoyos y fútbol reducido a intensidad máxima.